Oliendo el aire con perfume a incienso,
cruzo el umbral del oratorio aislado,
la tenue luz en el dosel morado
describe con la cruz dolor inmenso.
La paz me abraza, es el silencio intenso
del hombre muerto para borrar pecado,
hijo celeste en El humanizado,
Cristo clavado en el madero denso.
No vengo a ver espinas en tu frente,
ni acariciar la herida en el costado
de una madera tallada con dulzura,
quiero de ti la fuerza omnipotente,
la fe que crece y derriba sepultura:
tu eres amor, amor resucitado.