Paris Joel

Marino

Sólo tus tibias manos pueden sostener el timón de mi derrota,

buscar alternativas a la arbitraria singladura de un sino

escrito por un dios ebrio,

por tu indiferencia, proscrito.

Soy el hombre de la frente afortunada,

por ti acariciada,

y con ojos de buey,

casi en el mar,

te miro.

 

Ahora sé hacia donde me dirijo,

y un cortejo de mariposas alzan el vuelo,

se hacen nube, y llueven besos,

por eso mi cabeza busca tu playa

y reposa bajo tu pecho.

 

Solo tus tibias manos saben

que soy marino cuando me alejo.