Aquí estoy,
cerca del final del bosque
donde el tiempo cesa
y el verde se aleja
convirtiendo las crestas en piedras
escondiendo la mirada
del musgo y la escarcha
guardando entre sombras
los pliegues de la floresta
cubiertos de polvo y olvido
armonizando estatuas por la tarde
en las horas frías que preparan la despedida
La naturaleza era un jardín ordenado
donde transitaba sin prisa
y el sol asomaba brillante y ardiente
con la esperanza de secar las lágrimas
paliando el deseo de no ser
con los recuerdos que acarician la piel
sin avergonzarse de las palabras que se murmuran
al roce y en la entrega
Pero el paisaje pareciera que se ha cansado
Y el viento nos trae
la noticia de un mar que se aleja
como la voz que se queda sin sonido
sin poder explicar la pureza del agua
o el significado que tiene la soledad para el solitario
Aquí estoy,
ordenando los cajones de mis días
acomodando los versos
que han querido ser parte de algo
parte de mí mismo
de la esencia de lo que realmente quise ser
una flor anunciando la vida
una gota de agua refrescando la mañana
una hoja flotando en el viento
un eco inmenso de luz y latidos
una esperanza desnuda en media mañana
una voz sublime por encima del silencio
una mirada furtiva buscando a la amada
una piel agitando la entraña
un deseo de ser a pesar de la nada