RICARDO V

Maldita guerra maldita

Un niño recuerda al monte,

un niño está recordando

con ojos de limoneros

y lágrimas de naranjos.

 

¿Por qué le pregunta el niño?

¿Qué le estará preguntando?

si el monte no tiene oídos

y ni voz para escucharlo.

 

Se los quitaron de golpe,

con fuerza se los quitaron,

a tiros de fusileros

y a ruido de cañonazos.

 

Las bombas de los cañones

le han arrancado de cuajo

el verde de sus limones

y el rojo de sus naranjos.

 

El monte está silencioso,

el monte sufre quebranto

porque le faltan jilgueros

que le alegren con su canto.

 

Quedan las huellas de balas

sobre rocas y peñascos,

allí donde combatieron

soldados que eran hermanos.

 

Las piedras son paredones,

los troncos son fusilados,

la tierra se ha vuelto roja

por el dolor derramado.

 

El río corre deprisa

cuando era un río de pasos

lentos de los campesinos

para abrevar su ganado.

 

El campo de trigo tierno

de estiércol se ha vuelto el campo,

campo de batalla estéril,

campo que guarda al soldado.

 

Maldita guerra maldita

que al monte lo ha transformado

y en sus laderas y oteros

fosa de muerto olvidado.

 

Maldita guerra maldita

que lleva sucias las manos,

los hombres pierden la vida

donde corría el arado.

 

Maldita guerra maldita,

malditos los hombres malos,

dejad al bosque ser bosque,

dejad al campo ser campo.

 

El niño ya no recuerda,

el niño ya se ha olvidado

de cuando subía al monte

para cuidar su rebaño.

 

¡Miguel! rabadán infante

de campos de humo cubiertos,

aunque en la tierra descanses

no te callarán ni muerto.