No me digas adiós
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Con esa boca tuya, fuego prendes,
pobre de mi que por besar me muero,
dile a tus labios que sus besos quiero
y luego no te alejes si me enciendes.
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Ese sabor a miel que tanto extiendes
y roza el sumun de mi desespero,
lo quiero para mí, lo quiero entero
y con él… los susurros que desprendes.
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No me digas adiós, no me lo digas,
mejor será un “te quiero” silencioso
con el mismo calor con que lo abrigas.
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Ansiada boca, duende prodigioso,
cuando mi piel se aferre a lo que obligas
no me digas adiós que es doloroso.
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Fotografía y poema : Ramón Bonachí.