Cubierta de tosca piedra,
junto a la majada,
protegida por la cerrada
y abierta al cielo limpio,
erguida y desafiante
nos contempla la paridera.
Fecunda y centenaria
ampara el acontecer solitario
de estos páramos silvestres,
custodiando el ritual sagrado
de signos ininteligibles,
abierta a los nuevos tiempos.