Echar orillas al mar desterrado,
así los sueños fueron
un suburbio del alma
con los que despertar al olvido
de su fiel anonimato,
huellas sin descanso
como la hojarasca
hecha mudanza
de su luz cascabel
bajo el azaroso linaje
de un suspiro,
que busca realizarse
donde solo habita
ciega la vida,
un definitivo reflejo
por existir
en el aire
que fuman sus ojos.