No discutiré el valor de mi hacha,
de cortar la leña, de partir el choco.
Me ato a este trabajo rudo
mientras saboreo una oda
que me canta una canción atiborrada.
¿Ah, que he hallado sin reparo sobre esta faz colorante?
un poema de mi vida,
una luna sobre mi cabeza,
un desahogo de sol amarillo.
¡Oh, mi Cristo!, sabes lo recto que no soy
¡Oh, mi Dios!, te das cuenta
¡Oh Santo!, decaigo de pie;
pero salió de mi boca tu nombre,
y viene a mí tu misericordia como un mar de cristales.
No discutiré el valor de esta hacha,
de cortar esta leña, de partir este choco.
Es suave el aliento de mayo,
Ah, y el recuerdo de mi amada y el olor a frío.
Christian Jovani
(Derechos reservados del autor)