Perdona mi cobardía, por haber preferido estar ciego, me siento flotando en el aire y sé que estás afuera esperándome.
¡No es facil ignorarte!
Permanezco en mi refugio, con mis ojos apagados, ocultándolos de ti. No puedo levantar mi cabeza y mirarte, “me da vergüenza”, tengo un pasado, que aún no me permite dormir.
No puedo pedirte nada, no estoy a tu altura, me has brindado muchas oportunidades de ver más allá y no creo haber cumplido mi trabajo.
Estoy teniendo dudas muy dentro de mí, con estos pensamientos que me atormentan, que no me dejan seguir adelante.
¿No comprendo por qué me has querido? No soy disciplinado ni poseo ningún talento, a pesar de ello, has sido paciente con todos mis fracasos y aún sigues manteniendo la calma.
Nunca me enteré de que estabas a mi lado con tus manos abiertas, por favor, perdóname.
No soy digno de ti, padre.