Caricias de ámbar, papel y baquelita,
estática electricidad del roce,
el abrazo estruendoso de las nubes,
zumo del cielo que despierta y bautiza
nuestro paso acelerado a puerto seguro.
Llévame al parque de tus juegos,
quiero reposar mi faz en el arco de tu espalda,
el iris del calor y del deseo,
ese que estremece,
que retrae la piel y los huesos.
Empapado en los mares nuestros,
llevaré a la orilla más cercana
los jadeos que perdiste
y dejaré al compás de las olas
flotando nuestros cuerpos.
Cuando tu mirada aturde al reloj,
me coronas rey de todos los tiempos.
El paisaje nos aleja
y el foco incide en otros cuentos.
En un par de anuncios volvemos.