Mi verso impreso se va adaptando
a insondables números y códigos,
tratando de traducir los pródigos,
signos de visiones, que voy tomando.
Percibo en la red lo que va pasando:
es un mundo compacto, sin amigos,
sonoro, mediático, pasa sin castigos
con poder digitalizador y grabando.
Mi verso libre, son poemas análogos,
aún se escriben en papeles sueltos
y en cuadernos ajados por el abismo…
Mi verso aprende así, sólo monólogos,
frases inertes, sin arte, efectos revueltos,
letras incapaces de trasferir algoritmo.