Es la luna luciérnaga preciosa,
que el espacio, serena, alumbra y riela;
y en su alcoba, romántica se cuela
dando brillo a su estancia primorosa.
Su figura perfecta y majestuosa
en su lecho semeja una acuarela,
que dibuja su rayo cual esquela
de pasión sibarita y tempestuosa.
Recorriendo mis manos su silueta,
esculpida con mármol de Carrara;
en su tez, de magnífica violeta,
ella posa su luz brillante y clara;
cual si fuera de amor febril saeta
cuya lumbre su imagen adorara.
Autor: Aníbal Rodríguez.