Hoy hablar quiero con el pasado
que ya nada importan mis secretos,
ni me espanta un sino más temido.
Al cielo grito ásperos sonidos
recogidos por rabiosos vientos,
sin destinos. ni rumbos medidos.
Mi vida es un sendero apagado
que ando solitario, sin afectos,
huyendo de mi turbio recuerdo.
De mis agrios pulmones podridos,
desahogo sangrientos esputos
por los muchos dolores sufridos.
Exhausto, sobre el suelo tirado,
despreciado por vivos y muertos,
desperté un día de agosto tórrido.
Un perro borracho, enjuto y tuerto
me revivió con su aliento fétido.
Tal era mi cruel huir de errabundo.