Racismo.
Desconsolada verdad, humanidad hipócrita, ciega,
el espejo de la historia, el reflejo acerbo ve,
se oculta tras caretas, de compasión finge, niega,
descomunal herida persistes, sin remordimientos o fe.
Fatalidad se cierne, mal augurio en el horizonte,
mientras el egoísmo y apatía son la guía,
un mundo que sufre, en su dolor se esconde,
la falsedad prosigue, negando la realidad sombría.
En el macabro túnel del tiempo, el eco del pasado,
cadenas y látigos marcaron un tormentoso sendero,
y en este día, las heridas del ayer siguen sangrando,
las garras de la opresión aún proyectan su acero.
Prejuicios ancestrales latentes en su malevolencia,
las llamas de la discordia aún arden con tenacidad.
La humanidad cautiva en su propia ignorancia,
lucha de generaciones, fundidas en lamento común.
Los corazones se enfrían y se cubren de hielo,
las promesas de un mundo justo fluyen al desagüe,
el fantasma de la degradación sigue su letal desvelo.
Actualmente, las señales son claras y desalentadoras,
el linchamiento y el odio, se disfrazan de falsa moralidad,
aunque anhelamos un futuro mejor, sin opresiones,
la realidad nos recuerda que la batalla sigue sin bondad,
la desigualdad y el desprecio son para el ganado.
Muerte, bajo el yugo cruel de la intolerancia,
se quiebran sueños, se extingue la esperanza,
el racismo, acido corrosivo de ignorancia,
despierta una ardiente indignación.
En el alma, la herida abierta, destroza sin piedad
la injusticia persiste, inexorable, despiadada,
la ira crece, ardiente y concreta,
cadenas del prejuicio jalan almas rotas.
En la penumbra de la caverna, voces ahogadas,
la opresión les relegó a un rincón olvidado,
sus sueños petrificados, almas quebrantadas,
el peso de la iniquidad, un fardo desgarrado,
solo despojos al ocaso, ignorados, humillados.
Llorad, por siglos marginados, el sufrir eterno,
la desigualdad y el desprecio les han marcado,
un mundo que los ve como menos, sin retorno.
En las tinieblas del odio y la afrenta,
se alza la sombra que el alma desgarra,
toxicidad cruel, que en silencio embiste.
Lo diabólico, el mal que urge extirpar,
con la fuerza del coraje y la unidad,
erradicar la ignominia, segregación que persiste.
No hay razón, ni excusa, en la existencia,
para aplicar o emplear juicio por su faz.
Elthan.