Esa hambrienta calavera
que hasta Acapulco llegó,
encontró una gran unión
de una nación sin fronteras;
acabó con su quimera
de los males que causó,
la derrotó el corazón
de aportaciones sinceras;
Acapulco sigue en pie,
gracias pueblo mexicano,
solidario, angelical,
humanitario y con fe,
cada ser es un hermano:
patria amada y fraternal...