Estos mis amaneceres,
desabridos, escondidos,
despojados, desvestidos,
renegando del destino,
me acercan a la frontera
y a un amor de primavera
fruncido con los despojos
emanados por mis ojos,
cuando en las claras del día
cosía mi poesía
con bastas de hilván remojado
en noches de alcohol y perfidia.