El viejo galeón singla escorado
sobre una mar brava de olas de acero,
con medio trapo arriado, flota entero
bajo un cielo de negro encapotado
Contra la fuerza del viento amurado
el timonel mantiene firme el rumbo,
surcando el agua a golpe de retumbo,
rompe las blancas crestas aproado.
Amanece fresquito, amaina el viento.
En la cofa mayor, grita el serviola:
¡Tierra a proa, tierra!. Repite el canto.
Pocas millas hasta arribar a puerto.
Maniobra el piloto de vieja escuela.
Marinos amarran el tiempo muerto.