Las paredes persisten,
las sillas, los azulejos,
el tibio aroma a pan recién horneado de la tarde.
Adentro mio soy la misma,
creo
Sin embargo mis hijos crecen
y el espejo avejenta el reflejo.
No me siento común,
igual que todos, este dolor
es el dolor más verdadero
porque es el único que lacera mi carne
Me espantan los objetos,
imperturbables, quietos, burlones.
Y este frío que me estremece el cuerpo,
el frío, que parece tragarse todas mis ganas.
En esta noche de invierno.