¡Mírame, sí mírame!
En mis paredes sin cristos.
En mis ventanas sin vírgenes.
En mis ventanas sin soles.
En mis puertas sin ojos.
En mis puertas sin flores
En mis miradores sin ella.
Mírame, sí mírame
en mis calles las quejas
por donde vienen y van
las banderas viejas.
Mírame en mis calles rejas
donde los santos visten
de fustas antiguas renovadas quejas.
Mírame, sí mírame,
en mis ríos sin piedras
en que los peces huyen
hasta las doradas cestas
de los hombres vinagre,
para alimentar sus testas.
para saciar su sed
y su maliciosa hambre.
Mírame, sí mírame.
Cuando mi voz no te llame,
cuando mi alma vague.
Cuando mis ojos lágrimas
te miren sangre.
Cuando mi alma tirite
y ella vierta sangre
y en tu cama vista luto
el verde diamante.
Mírame, sí mírame.
Cuando te grite amigo,
cuando te llame padre,
cuando te pida hermano
y te suplique madre.
Mírame, sí mírame
y arroja conmigo,
este dolor de amigo,
mi dolor de hermano,
y el de padre y madre.
Mírame, si mírame
en mis puntos ciegos...
y cuando mi tierra ladre.
¡Mírame, sí mírame!
En mi tierra sin calle,
en mis calles sin casa,
en mi casa sin puertas,
sin paredes cristo,
sin ventanas vírgenes,
sin mis ojos soles
y sin mis flores, ella.
¡Mírame, si mírame!
¡Cuando mi tierra vuelva...
cuando vuelva y ladre!