Carlos Hector Alvarez

Las etapas de la vida

 

 

Cuando la noche

con la silenciosa soledad

abre camino al desfile

interminable de los recuerdos

me veo joven y rozagante,

pero no lo añoro

fue una etapa de mi vida

en las que tenía que seguir adelante

con trabajo y con tesón

postergando, por las necesidades,

los deseos del corazón.

Anduve siempre a los trotes,

porque asumí responsabilidades

que había que atender

y no me quedaba tiempo

para disfrutar, o hacer lo mío

Hoy en cambio disfruto

de mi libertad de acción

haciendo lo que quiero,

alegro el corazón

Ahora puedo decir

sin temor a equivocarme

que todos los tramos

de nuestra agitada existencia

tiene sus particulares encantos.

en la juventud, todo es energía,

mucha alegría, nada de llantos,

que empañen las ganas de vivir.

aunque andes a los saltos,

sos feliz, sin pensar demasiado,

pero hay preocupaciones

que limitan las diversiones,

y resulta, tal vez, pesado

el hacer realidad los sueños.

Esto en la vejez no sucede

porque con el retiro,

llega el ansiado jubileo

y puedes dedicarte a satisfacer,

con moderación las ilusiones.

Llegan los nietos que hay que malcriar

y las sonrisas al verlos jugar.

Nada ni nadie, te pone horarios,

sos dueño de entrar o de salir

también de cantar o de bailar

tanto como recitar o escribir

es tu vida y no te pueden prohibir

ser feliz en el final.

Has dado lo que tenías que dar

¿que más te pueden pedir?

Ingratos son los que ponen

piedras en el camino del anciano

que ve que está llegando a la meta

y anhela, como puede, disfrutar

En conclusión, en cualquier fase

hay que procurar la felicidad

porque Dios nos entregó al nacer

lo que necesitamos para ser felices

y hacer feliz a los demás, amándonos  

con el corazón en la mano.