Julio Puyo Méndez
El Letárgico paso del sonámbulo
Siempre viví sin destino,
sin guía ni dirección,
compañía inerte
me obligaba a soñar eternamente
como un estúpido títere
en un teatro clausurado.
Aprendiendo que su amarga compañía
era un vino que embriagaba mi sabiduría
para alcanzar el sol
o morir aplastado
en las ciénagas del olvido.
Las gárgolas regurgitan
escupiendo odio por su boca,
las princesas desvirgadas
acabaron destronadas,
las criptas del universo
no guardaron su secreto.
Quién debió ser el rondador universal
que ocultó la llave de la curiosidad
que nos brindará el éxtasis
del resurgir del sol,
del orgasmo terrenal,
de la compañía eterna,
de la llama encendida,
de nuestra alma vacía
una vez más.
Quién quiso buscar
la fortuna del destino,
quién quiso abrir
la ventana de la verdad,
si el dulce abismo asesino
no es un manjar preciado;
es el sinsabor inmaculado
de la vida sin sentido...,
del camino sin destino.