Estoy viendo sus ojos;
en el corto vestigio de luz;
sus manos son mis acordes;
su voz es un arcabuz.
Quebrará fácilmente mi almete,
se llevara mi sonrisa con ella;
sus ojos serán mi luna;
mi dulce pesar de estrella.
Toda razón y lógica,
se perdió ayer al verla;
al besar su labio de cicuta;
y recostarme en su pecho de seda.
Mi materia ayer le dejo;
mas mi éter quedo en sus cabellos;
mi cavilar en sus dulces labios;
mi ilusión en sus ojos bellos.
Las sonatas, los preludios,
los poemas, las tarantellas;
fantasías y odas;
todos hablan de mi doncella.
Los prados de fontanella;
el amanecer en su confín;
son sus ojos perlados;
es su ser de jazmín.
Ojalá no exista fin,
en esta afección que nos tenemos;
pues quiero morir en su pecho;
y al mirar sus ojos reconocernos.