Bordé tu nombre en el lino
de mi ajuar adormecido,
para dormir yo contigo
sellando tu calor y el mío.
En el hilo nacarado,
escribano de mis versos,
enhebré mis sentimientos
con puntadas inclementes,
y mis agrietados labios
se fundieron indulgentes
a las letras irisadas
bordadas con desespero.
Hoy duermo sin el embozo
de tu calor añorado
y el lino ayer adornado
pena escondido en mi armario.