Dicen que la vida es una mentira,
que el corazón del mundo
es un cristal sin brillo,
pero yo sangro cada vez que respiro,
y si miro al suelo
nacen margaritas en invierno.
Vivo dentro de mí tan intensamente,
que los vampiros son lluvia
de témpanos efímeros,
no se reflejan en ningún espejo
porque no pueden mirarse
en el punto de la vía
donde paro el golpe con los puños.
Escarbar en el hielo
sólo enfría las manos.
No puede ser real
ese color marrón del viento
que pierde la calma
por estar prohibido
si en una entrevista armada
las balas no son de fogueo
ni se difuminan con el sonido
en sus vidas neutras, sin colores.