Ahora que no estás aquí
tengo el cuerpo como el muerto.
El hueco en mi pecho
se llena con tus besos;
con tus manos de pan
que son mi alimento.
Tu piel y tu sueño
falta en la cama en que duermo.
La hora que no estás aquí
es la que más te quiero:
la hora de la nostalgia
que une a distancia los cuerpos.
¿Habrá algún consuelo para el alma
que busca otra alma en desasosiego?
En mis manos sostengo
tus manos sin salir a tu encuentro
y por ti esta noche yo espero
hasta que se apague el farol del cielo.
Felicio Flores