Al vacío aquel caí con lento desplome
y un furor huracanado, errando solitario
todas las noches, luchando contra el cansancio
Me perdí en mí mismo: un abismo enorme
se abrió, y al otro lado el amor
me pareció tan triste e irrisorio...
El choque sucede aun hoy: el galope,
lo oigo silencioso, cada vez que alzo la voz
El dolor se me presentó en el corazón
con forma de infame monstruo;
fue un bloqueo, una interrupción al orden lógico,
el caos de mi imaginación desatado...
Caí lejos, en un lugar devastado,
donde la desolación de los muertos
había hecho su hueco...
Ayí me desperté dormitando
sobre el tejido áspero, escamoso,
de un sendero muy largo, olvidado...
Eternos siglos de ausencia
para esta estreya que finge desfayecer
como la beyeza cuya sombra personifica
la obra perfecta de un genial artista