Bajo la luz dorada, mis sentidos despiertan.
Sutileza en cada sorbo, emociones que aciertan y despiertan.
Al alba, una taza me guarda, un presentimiento de aquello que me falta.
Me lleva a donde anhelo, con un libro de lo irreal.
Un café entre mis dedos, la melodía de un piano, comienza a pintar hojas, con su color sobrenatural.
Una brisa acaricia y el reloj marca su compás, la taza se agota, anunciando tu ausencia tenaz.
Otra taza aún tibia, su calor abrazador, pero tú no vendrás, queda un eco interior.
En el mismo sitio, la taza reposa en calma, no retorno, no hay vuelta, se disipa mi esperanza.
Sabes, ya no llegarás, no más encuentros sin final, dos tazas, una promesa, un desenlace fatal.
Solo quedará un café, vestigio de un ayer, Un recuerdo, una historia, para siempre en mi ser.