Ojito con la esperanza
esa virtud teologal,
quizá sobrevalorada,
que puede hacer mucho mal,
si es que, con alas de cera,
como Ícaro, echa a volar,
pues todo cuanto ella espera
segura está de lograr,
y sube a la estratosfera,
en su afán de remontar,
y allá sus alas de cera
las funde el astro solar
y así el imprudente vuelo,
de la esperanza, al final,
se estrella en el duro suelo,
por justa fatalidad.
Así se estrellan los sueños
contra la cruel realidad,
ignorada, para, luego,
chocar con ella al final.
Cuanto mayor la esperanza,
al momento de acabar,
mayor la desesperanza
y esa te puede matar.
Si razonable, no es mala
la esperanza, es conveniente;
lo que es malo es darle alas
para que vuele inconsciente.
© Xabier Abando, 30/10/2023