En cada amanecer que el sol alumbra
adoro de la vida su belleza;
y admiro de natura su grandeza
con esa su bondad que nos deslumbra.
Contemplo cuando el águila se encumbra
con porte majestuoso de nobleza;
y escucho del canario su tibieza
con trinos que iluminan la penumbra.
Mas luego, con amarga pesadumbre,
mirando terroristas malhechores;
mi verso lo convierto en fuerte lumbre
que encienda de la paz sus esplendores;
y acabe la mortal incertidumbre
que siembra esos seres destructores.
Autor: Aníbal Rodríguez