Si algún día tuviese que mirar hacia atrás, lo haría sin temor. Allí esperan esas escenas magníficas que mis retinas recrean con el peso del corazón. Sin embargo, allí no es donde vivo. Observo el reflejo de tus ojos y es como situarse de frente al horizonte de cualquier mar. En donde uno se siente increíblemente pequeño y curioso ante tanta magnitud.
Porque cuando observo tus ojos mí cuerpo es testigo de la altura, el vértigo, en donde uno con total confianza se deja caer, sin saber que tan lejos se encuentre la superficie. Sin embargo, allí no es donde vivo, yo estoy aquí, frente a ti. Pero si tan solo pudiese vivir dentro de ti; en tus sentimientos, pensamientos, en tu corazón. Estaría dispuesto a hacerme lugar brindándote reflexiones, el querer de mis manos, labios y actos, y la paz de mi paz.
Que las maniobras del destino nos permitan coordinar nuestros pasos, firmes e incansables. Pasos de asfalto, llanos y punas y que nunca se detengan, sí tan solo, para apreciar el recorrido. Lo vivido y aprendido de cada paisaje y clima, y el alma que jamás olvida, se regocije en la experiencia de cada caricia sin tacto pero tan delicadas. Y que cara a cara no se pierda en nada y que en cada vuelta nos aguarde cada espalda.
R.ama