Es la hora del beso,
la noche vistió el cielo
de luces de estrellas
y luna de leche clara.
El lecho espera
con su boca abierta
de suaves sábanas
y tú asistiras desnuda
a esa tierra perfecta,
donde mis manos
te envuelven y amarran.
Tu piel será agua
para mi sed y tu vientre
la estrecha puerta
para tocarte el alma.
Es la hora del beso,
de las hondas caricias
y de las palabras cortadas,
que son todo sin decir nada.