GDA

HASTA QUE YO CON SORPRESA TE ROBE EL CORAZÓN

Aguarda, mujer, en tu lecho,
tal como la Reina en su belleza de este cuento
e incesantemente en las mañanas espera,
al que garbosamente siendo un príncipe de verdad te ame,
sigue almacenando hermosuras en canciones
dentro de tu corazón y con sutileza goza
aspirando al efluvio de las flores que te rodean
y permite que los rayos de sol te noten
recalcitrando desde tu balcón como doncella de nobleza,
porque sin duda ya se encamina el que te ama
deseando verte con tu vestido de seducción,
digno de tu preciosidad y de tu dulzura;
y en tu senda que solitariamente vas no te desconciertes,
aún se deben vencer lastres animosamente,
sin embargo la espera ha de consumarse
en un amor que mutuamente será entrega sin condiciones,
no permitas que la desesperanza llegue habitar
en tu alma, que eso tornaría en algo fatídico
a este idilio que está destinado al mejor desenlace;
que de tu ser la paz logre adueñarse
para que dormites en tus noches con serenidad,
pues el arribo consistirá en el momento
sin sospecha del beso que irrumpa, atónitamente,
en tus labios llenando a nuestras almas de eternidad;
persiste y jamás desistas en la espera,
y cuando veas a tu alrededor a los enamorados
que transiten febrilmente tomados de la mano
y parezca que el tiempo consume este sueño,
no temas y permanece pertinazmente en la expectación
hasta que yo con sorpresa te robe el corazón.