\"Mientras más conozco
a los hombres
más quiero a mi perro\"
-Diógenes de Sinope-
Proscrito a veces,
tantas otras
sin dueño,
triste, indefenso,
humillado y solo
en medio de la inclemencia
de la calle
y de la humana;
cuántas veces subyugado a la cadena
de la prisión de un metro
sin delito alguno,
pero sentenciado…;
mas, leal centinela, vigía de atalaya
a tiempo completo,
sin turno, sin horario;
con su ladrido
lleno, desafiante, claro,
para sí justificado…;
valiente
con su coraza de pelaje y armadura,
con tiros de salva gutural;
guardaespaldas entrañable
lazarillo, compañía.
Peludito
sin pan ni techo
de frío y soledad entumecido,
víctima inocente del destino,
sin embargo, derrama luz
por la ternura de sus ojos de esperanza
por un mendrugo de compasión,
de calor, de pan y de cariño.
Su instintivo,
conmovedor sentimiento de culpa
inmotivado casi siempre,
extrapolado con su alegría
ante una caricia, un gesto
propiciador de irrepetibles instantes
y hechos.
Peludito, insigne compañero,
cómplice dulce, amigo cabal;
si hay espacios en el corazón,
nunca supe cuál ni cuántos de ellos
ocupa,
por su fidelidad
su resignación,
y su nobleza.
Con su mirada
en extremo tímida
conmovedora, suplicante,
arrolladoramente inquisidora
expresa tanto;
y es historia viviente
en Rintintín, Laika, Hashico,
Tony, Troy, Gitano,
Capitán, Boby, Mariscal,
Tarzán, Princesa, Dogui,
Brando, Leia…;
y es tanto,
como su penoso final
y devastador silencio,
y duele tanto la soledad
de su rincón
su refugio austero,
su quietud definitiva.
¡Ay!, tribulación que lacera…
Sepas,
una mano habrá siempre
para lamer, en tu camino;
un abrazo que te acoja,
y -al menos- un mínimo espacio
en más de un corazón y alero.
Peludito,
entrañable y final depositario
de la fidelidad
la resignación
y la nobleza.
Bolívar Delgado Arce