Ven y disipa estas ansias de mujer,
roza con sutileza
mis duraznos y cerezas.
Teje temblores en mis venas y
extasíate con mi figura esbelta.
Que tus labios choquen
con cada una de mis curvas,
y tu lengua no tenga temor a
caer en mi ombligo o a perderse
en el fondo de mi corazón, para descubrir lo que ni yo conozco.
Que tu sexo punzante esté aquí,
entre mis muslos paralelos,
desglosandome los labios y
haciendome pensar que soy la causante del calentamiento global.
Ven y bebe este zumo de fruta fresca que sacia la sed y deleita el paladar.