Es cierto, son muchos los que miran, pero no ven.
Unos afincan ociosas miradas, en la oscura noche.
Otros pasan y tropiezan con sus risas, en derroche.
Acá, espero a mi madre, oigo del tambor, el vaivén.
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Debería esa gente mirona, ocuparse de hacer bien.
Unos me miran feo y, me quieren, sacar del coche.
Sé qué, no merezco de Ellos, porrazos y reproches.
No me quiero exhibir, pero soy de mi casa el sostén.
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En la calle me gritan: ¿Oye tú negro, eres carbonero?
Conozco la ofensa y debo seguir cómo, si no la oyera.
En verdad, no sé qué hago, en esta selva de concreto.
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Nací en una selva sagrada, donde, no vemos al clero.
Allí, nadie se ofenderá, porque no utilices, la playera.
Ya sé, para vivir en esta jungla, debo saber el Secreto.