Mi hijo, Rafael Aristóteles, su pareja, Laura, y su papá, Rafael.
San Felipe, 10 de noviembre de 2023
Carta dirigida a mi hijo, Rafael Aristóteles Parra Escalona, llamado cariñosamente, Arito, a propósito de realizar un retiro espiritual en la Iglesia ST Agnes, Emaús, Miami, Florida.
Arito!
Querido hijo, anhelo, antes que todo, darte la bendición y expresarte lo tanto que te amo, más en estos instantes sagrados en que te abrazas con Dios, encuentro glorioso que ahora resplandece para cubrirte de bendiciones e inspirar, hoy y siempre, tus metas.
Quiero decirte, además, que me siento honrado por lo que has sido, eres y serás, de manera especial por el respaldo que le imprimes a tu presente y a tus próximos pasos, con este acompañamiento espiritual.
En este edén te reitero que cuando rezo en las noches hogareñas, pido por tu salud y tu bienestar, por el amor y la unión familiar, al lado de esa gentil y apreciada dama, Laura, heroina de tu paz y de tu nueva vida. En esta visión, la esperanza nutre el devenir, ya que nada de lo sucedido es casual, todo es un plan de Dios, inclusive el ahora.
Imploro, entonces, porque sigas adelante, siendo un hombre de familia y de trabajo, centrado en sublimes propósitos, porque lo que definas bajo los designios de la fe, será causa victoriosa, bandera tuya, ya que puedes ser más de lo que eres, pues tienes el don de la bondad y posees las capacidades para emprender y lograr lo que te propongas.
Convencido estoy que puedes afrontar con éxito los retos de la vida. Basta tener fe en Dios e hilar los compromisos en proporción a la dedicación que exige cada proyecto y cada circunstancia.
Al escribirte desde la lejanía, siento que estoy en ese maravilloso lugar en donde haces tu retiro espiritual (Iglesia ST Agnes, Miami). Estoy allí contigo. Siento tu aroma y fraternidad. Escucho los latidos y aspiraciones de tu ser, tus peticiones y buenas acciones. Te veo bañado de bendiciones e imbuido del pensamiento y de la obra de Jesús. Estoy junto a ti porque somos un solo tiempo, pues, estamos fusionados como padre e hijo por voluntad del Espíritu Santo.
En estos momentos palpo al buen hijo, el que habla presuroso, brinda sonrisas amenas que brotan del corazón y mira con los ojos de la misericordia. Que bien, hijo! Me siento tan feliz como tú, porque estás en el camino de Emaús.
En tanto, eres un regalo de Dios en mi vida, un ser de buenos sentimientos y este acto de fe que te cobija, te hará mejor persona, porque vas de la mano de Jesús por los senderos de la vida, obrando, convirtiendo tus utopías en el florecer de una hermosa e innovadora existencia.
Hijo, al evocarte, revivo tu espíritu innovador, tus desafíos y tus sueños y al concatenarlos con la experiencia que vives, observo que estás en la dirección correcta, marcando la diferencia, a través de un nuevo despertar.
Te escribo con hondo amor, con profunda fe, porque en definitiva creo en tí y estoy convencido que la luz que irradia Jesús te alumbrará y te guiará por el camino del bien.
Hijo, se que te ha correspondido afrontar situaciones difíciles, ante las cuales te has crecido, superando obstáculos, por ejemplo, como cuando te fuiste de Venezuela a USA buscando un futuro mejor, volaste con fe a tierras foráneas y allí estás, erguido y a la altura de las eventualidades.
No puedo culminar estas letras sin dejar de manifestarte, querido hijo, mi gratitud por tu generosidad y por aupar los valores de la familia, de la amistad y de la fe.
Me despido haciendo votos porque todo lo aprendido y compartido en este retiro espiritual, sea el inicio de una etapa colmada de amor, paz, fe y esperanza.
Un abrazo prolongado.
¡Te amo!
Atte.
Tu papá
Rafael Parra Barrios