No sabía Borges la cara
que, con certeza,
su espejo le reflejaba.
El suponía el acecho
de un anciano
y la ira en su reflejo:
le miraba su humanidad
y ceguera.
Como Borges
con la mano exploro
desde la sombra,
los perfiles visibles
de mi rostro en el espejo:
me veo solo y cansado
sin tu destello.
Estoy viejo.