Siempre imagine las noches de fantasmas.
Nunca creí en eso, por lo mucho, que sufrí.
Me reía, ya que, a otros niños, llorando vi.
Fisgona como era, leía de los ectoplasmas.
*-*
Mi abuelo, nos leía, cuentos de espantos.
En las noches de lluvia, el encierro era ley.
En esos instantes, Él se veía como un Rey.
Y nos hablaba de «El Manco de Lepanto».
*-*-
En esta cabeza, cabía todo lo que Él decía.
La preguntadera, era de su máximo placer.
Éramos niños y no sabíamos que, Él sufría.
Para nosotros, era sabio, no podía fallecer.
*-*
Hoy al recordar a mi abuela y a mi abuelo,
y esos mágicos años de la infancia, me río.
A veces, dejó atrás a la niña y, vivo el duelo.
Muchas veces, siento de su ausencia, el frío.