Quien pudiera bañarse en tus cabellos
y secarse al calor de tu mirada
cabalgar por las dunas de tus senos
y flotar en el lecho de tus algas.
Quien pudiera dormir entre tus brazos
Y despertar respirando tu ambrosia,
Navegar por tu piel de terciopelo
Y fondear en tu cálida bahía
Quien pudiera ceñirse en tu cintura
resbalar por la cera de tu vientre
bucear en las playas de tu delta
y sumirme en el mar de tus corrientes
sin aletas, sin plomos ni escafandra
respirando el efluvio de tu cueva,
con la piel enredada en tus helechos
y tu esponja latiéndome en la boca.