Más allá del intocable horizonte
donde nunca duerme el furioso viento,
la sombra de un loco marino muerto
por el fondo del mar va penitente.
Narran sus singladuras incesantes,
por océanos de azur infinito
y recaladas en extraños puertos,
de sus amores robados y muertes.
Una ola solitaria engulle al viejo,
sin tiempo para rezos ni arrepientos,
hasta lo más profundo de su espejo.
Penado a sufrir eternos lamentos,
busca en la superficie los reflejos
que perdonen sus atroces tormentos.