Temprana voz mordida por el duelo,
al albur de una lira ya perdida,
un dolor, mar sin orillas ni suelo,
nunca así cubrió alma de mal transida.
Triste Parca oscura truncó tu vuelo;
la luz de tus versos, ardiente vida,
tornóse sombra por el desconsuelo
del huérfano llanto tras tu partida.
Una sonrisa sincera y valiente
al filo de tus manos se escondía
con lúcida amargura y ágil tino.
Pasión la tuya por justicia ardiente
se trocó en la muy noble rebeldía
del que se marca a solas su destino.