Sentado en mi sofá
a oscuras, fumando,
decidi mirar al cielo
inmenso, callado.
Ni una estrella divisé
seguí mirando,
nada apareció
ni tus ojos claros,
como otras veces,
allá en lo alto
sonriéndome
entre los astros.
Al poco recordé,
casi llorando,
que ayer cuando te vi
no me miraron.