Después de que, el Sol y la Luna,
sortearan los hados de la noche.
El sol cerró sus ojos, mucho antes de las doce.
Y al interior de un banco de sueños,
en donde se guardan las quimeras.
Se escabulle un ladrón por unas escaleras.
Con corazón malo y un alma insensible.
Pretendiendo hurtar, todos los sueños posibles.
Con sus zapatillas flotantes,
Entró aquel usurpador a la bóveda en instantes.
Robó al azar, todos los sueños que pudo;
Dejando a los dueños, sin esperanzas, bien mudos.
Hurtó con ligereza;
Todos los sueños de riqueza,
Sueños de bienestar y alegría,
Sueños de paz y armonía,
Sueños de suntuosas mansiones.
Sueños de cambio y otras misiones.
Con tan grandísimo botín,
El ladrón sintió, ser dueño del mundo, por fin.
Sin pensar en los demás, un segundo.
Corrió sin parar a la esquina del mundo.
Y muy lejos de allí, abrió el primer sueño.
Mirando a los lados, que no le saliera su dueño.
El primero fue, el sueño de la honestidad,
Lo dejó a un lado, por ser hombre de maldad.
Abrió después, el segundo sueño;
Era el sueño de soñar bondades.
Para él, eran meras necedades.
Muy enojado,
encontró el sueño de la prosperidad y la riqueza.
Y saltando de felicidad, sintió mucha grandeza.
Pensando sin duda, será respetado,
de una gran fortuna será licenciado.
Pasaron los días, los meses y los años.
Los sueños, no se le materializaban, le hacían daño.
Después de décadas,
No sabía qué hacer, con unos sueños imposibles.
¡Nada, se le cumplía! ...parecían inservibles.
Al final…
Se sintió robado.
Y con el rabo pelado.
Cuando los sueños, no son tus sueños,
Nunca, nunca se te cumplirán.
Los que leyeron de aquel ladrón, lo entenderán.