Una tarde milagrosa
apareció en un rincón
de mi débil corazón
una hermosísima rosa;
una rosa primorosa,
de purpúreo color,
bello símbolo de amor:
una chispa esplendorosa;
la contemplé con ternura,
con un dejo de nostalgia
en aquella soledad,
al contemplarla tan pura
y tan irradiante su llama
sentí ganas de llorar...