Poetas de todo el mundo,
voces, trovadores de líricos vientos,
no dejéis al moribundo
abandonado a la vera de estar muerto
profundo.
Dadle vuestra agua bendita
en tragos de transparentes emociones
con forma de bellas rimas
y rellenad sus hastiados corazones
de vida.
Quitadle todo el quebranto
del camino ya sin fuerzas recorrido
y salvadlos del espanto
del sonido de fantasmas escondidos.
¡Por cuando!
Poetas del mundo entero,
maromas de barcos en la mar perdidos,
no abandonéis al enfermo
que os pide en sometimiento y desvalido
un cuento.
Rimadores de blancuras
que pintáis de verde la arena baldía,
no dejéis la sepultura
de la mano de quien sólo tiene vida
oscura.
Consoladores de huesos
despojados de la más dulce armonía,
haced cadencia de gestos
en los campos donde yacen las ortigas
desiertos.
Poetas del universo,
versificadores del aire y coplistas,
no desesperéis luceros
y haced del mundo un labrantío de risas
con versos.