Del otoño,
ya al comienzo
¡gris el lienzo,
tenue luz!.
Tiempo raro,
gualdas hojas,
paradojas,
contraluz.
Con gran silbo
y violento
ruge el viento
en la mar.
Furia de olas
su oleaje,
es salvaje
su ulular…
crestas rotas,
rompeolas,
por cabriolas
al danzar
aire y agua
que agitados
e irritados
son bramar.
Sol opaco;
alma ciega
que se anega
de humedad,
con los ojos
del lamento,
desaliento,
oquedad.
Cae lluvia
mansamente
y en la mente
hay un penar,
un aliento
contenido
y un sentido
sollozar.
Trueno sordo
que argumenta
la tormenta
la ansiedad.
Frío el cuerpo
se estremece,
languidece
por la edad.
Triste otoño
de la vida,
¡esa vida
que se va!,
poco a poco
como el sueño
que era empeño
y ya no está.
¡Animoso!,
sigue el viento
y su aliento
sesga ya...
de las ramas
su hoja seca
que reseca
volará
al camino
que le aterra
y le yerra
su final,
entre el barro
y el olvido
y el temido
vendaval.
En la senda
de la vida,
media vida
yerta está.
Temerosa
con recelos,
sin anhelos,
morirá.
Rafael Huertes Lacalle