MI WELI.
Hoy, que a los ojos te diviso
en el invierno de tu vida,
con tu rostro envejecido,
me pareces una niña.
Y me acuerdo de la abuela
que me hacía compañía
cuando era muy pequeña
al inicio de mi vida.
Tú, mi Weli, eres ejemplo
del amor y la bondad:
lo que tiene el firmamento
del inicio hasta el final.
Conmigo están tus manos
de adorable sensación,
y en las mías se han grabado
con la misma precisión.
Eres Nena para todos
y mi Weli para mí,
el amor que tanto adoro
por hacerme tan feliz.
Hoy, ya viniéndose los años,
en tu senda ya corrida,
es más lo que te amo
por la dicha compartida.
Yo, que he sido tu muñeca,
tu esperanza, tu atención,
soy tu única nieta
y tu más sentido amor.
El amor que me entregaste
no se olvida ni se borra,
es un amor de ángel
eterno en mi memoria.
Y es que viéndote a los ojos,
también me veo a mí,
con un rostro luminoso
apelando a ser feliz.
Hoy, que soy quien te cuida,
quien te brinda la atención:
una parte de mi vida,
vierte en ti su corazón.
Hoy, para mí, eres una amiga,
una senda a caminar,
una abuela hecha de niña
como yo al poco andar.
Yo, que espero tu llamada,
diariamente, como siempre,
soy la nieta enamorada
de tu amor tan elocuente.
Yo quisiera darte el alma
y mi jóven corazón
para que no busque el alba
el final de nuestro amor.
Hoy, que a los ojos te diviso
en el invierno de tu vida,
te dedico mi camino
mi paciencia y mi alegría.
Eres sangre de mi sangre,
una huella en mi camino.
Eres carne de mi carne
y por eso vas conmigo.
Tú, mi Weli, eres ejemplo
del amor y la bondad:
la mujer que me dio tiempo
del inicio hasta el final.
Conmigo están tus manos
de adorable sensación,
y por eso yo te amo
como bien lo sabe Dios.
Eres Nena para todos
y mi Weli para mí,
el amor por el que imploro
nunca llegue a tener fin.