Entre la niebla
se observa la figura
del viejo faro.
Silente torre
que se alza primorosa
en la atalaya.
Fanal de mares
con luces avisantes
y vigilantes.
¡Cuántos paseos
hicimos, en las tardes,
hasta su lado!
Bajo su sombra
buscábamos la brisa
y descansábamos.
Allí miraban
al mar, nuestras pupilas,
mientras soñábamos.
Tras el descanso
bajábamos al puerto
por un sendero.
Y coincidían
chalupas y traineras
con nuestros pasos.
Ellas dormían,
ajenas a nosotros
y a nuestros versos.
Rafael Sánchez Ortega ©
14/11/23