Margarita García Alonso

Sin aire, de Nubiola

Sin aire,

acostumbrada a que

me desplacen cual

oveja malparida,

 

mentí y miento,

el paraíso existe,

pero es infranqueable,

 

desgajen al ego

del café aguado,

salpiquen tristeza,

han buscado tanto,

a sabiendas que me pertenece,

 

os he engañado

para preservar

la membrana frágil

del amanecer.

 

Os podéis aplastar,

inexplicablemente expectoro

hierbas buenas y/o malas

en resonancia

con en el ojo sano

del ángel.

 

El mar entama loca

carrera. El arrecife

finge ser cuervo, 

luego vaca,

brama designios

en el encaje de espuma.

 

Cambié de ciudad

tras tormenta del pasado.

 

Nada, absolutamente nada

retoña, el árbol peca

frente al ancla del barco

que naufraga.

 

Grandioso despojo,

mi gata Mimi sufrió, ha partido,

forma parte del destrozo.

 

Se requiere astucia para sacudir

a hombres que dominan.

Intento purga, floto

en manuscritos.

Avergüenzo, os juro:

hice guerra,

en medio de batalla

rapé cabeza

y por breves segundos

fui faro.

 

Las gaviotas hambrientas

no dan tregua,

el truhan ondea trapo

de pajarero petulante,

cava mi tumba,

en el hueco defeca.

 

Nada salva,

un ignoble ejército lanza

tropelía de verso-plasta.

 

Terminado el libro,

sobre la mesa abulta

como tumba huérfana.

 

Comparto secreto

para cuando vayas a morir.

Te inicio constantemente:

van, vienen médicos,

enfermeras, ayudas sociales,

pero el corazón se reduce

a pera seca.

 

Sol en la ventana & Hombre nuevo

atareado en hacer nombre.

En Puente Sinneurona

arranca premio que

derrumba seis o siete

columnas ancianas.

 

Oficializo que es legal morir

de tanta porquería, hasta

firmo con fragmento del pulmón

carta a Matanzas

 

también escribo

poemas malos,

pero no pago

para que leas.

 

En la Isla tallan mi tarja:

pájara exiliada,

pájara de mal agüero

pierde equilibrio

 

en banalidades que

revisten fatalidad

con gracia.

 

del Cuaderno Nubiola, disponible en AMAZON