Para quien en medio de su miedo se asoma
y en la oscuridad de su brazo enciende lumbre,
para quien por encima de todo el amor encumbre
subiendo palmo a palmo hasta la cima de la loma,
para quien en su desespero da pie a la calma
y en el caballo del afán pacía,
para quien sabe darle alguna tregua a la agonía
y curar las cicatrices de su alma;
para quien en su sinrazón razona
y en sus dubitaciones le da paso al préstamo insensato,
para quien siempre una caricia, un beso y buenos tratos
y extiende sobre su palma la gentileza de su persona,
para quien su nada ofreció queriendo serlo todo
y llora de confusión, pero también por alegría,
para quien siendo noche escogió ser día
y busca un caos apacible entre anaqueles de acomodo;
para quien en su espalda alberga mapas de placer
y cuece con sus manos alimento al pensativo
para quien siente tanto que el sentir es punitivo
y da luz a la nostalgia con voces de mujer;
para quien en su pecho al corazón puso dos alas
y serena la mirada y aprende a dormir tranquila,
para quien ofreció su beso que aniquila
y vez de aniquilar vació cartucho y balas,
para quien consintió ser promesa y cuarzo
y la piel es sándalo, palo de rosa, anchura,
para quien dio fe cuando imparable su locura
y supo llorar tranquila sobre un pecho de marzo;
para quien sin estar está, su ausencia es perfume
y su voz una caricia, una verdad, un mito
para quien en venganza la vida le ha quitado el grito
y que entre tanta tristeza no permite que la felicidad se esfume.
Para quien el todo es todo, para ella
y su ligereza, finta y oropeles
para ella que hizo vino con las hieles,
para ella una mirada de la vida
y todo lo que contiene bello, para ella.